Muchas veces nos quejamos porque nuestros perros no obedecen, no hacen caso y porque terminan haciendo cualquier cosa menos lo que esperamos de ellos.
Durante años, la televisión y los medios de comunicación en general nos enseñaron a “dominar” a los perros, a transformarnos en una especie de “líder Alfa” de una relación que debíamos jinetear de manera muy estricta, mostrando al perro cuál es “su lugar”, para no tener problemas.
Representantes de esta corriente hay muchísimos, algunos de ellos muy famosos a nivel internacional hasta nuestros días.
Pero, si traspasamos la barrera mediática e indagamos en lo que nos dice la ciencia y la investigación alrededor del mundo, nos damos cuenta que la comunicación con los perros fluye de mucho mejor manera cuando entendemos la relación con ellos como un equipo y no como jefe y subalterno, cuando comprendemos que debemos ser referentes positivos, y cuando asumimos que no todo es “mandar”, sino más bien, educar.
En el campo del aprendizaje, hay un aspecto que solemos estudiar poco y al cual, inconscientemente, asignamos menor importancia: el aprendizaje por observación. Esto es, todo lo que el perro aprende por imitación de los miembros de su grupo más cercano, es decir, su familia humana.
Y aquí tenemos una clave: debemos ser el reflejo de lo que buscamos que sea nuestro perro.
¿Quieres algunos ejemplos prácticos? Vamos: no podemos exigir al perro que no vocifere mientras en casa todos nos entendemos a gritos; no podemos exigir al perro que no nos salte encima si lo tenemos todo el día en brazos; no podemos quejarnos de que nuestro perro destruye todo en casa o nos muerda insistentemente si nunca lo saco a pasear; no puedo esperar que mi perro sea tranquilo, calmado y relajado con otros perros si cada vez que me encuentro con un perro le tenso la correa y lo tironeo hacia mi por “miedo” a un conflicto. ¿Se va entendiendo?
Los humanos son siempre un referente conductual para sus perros. El perro se nutre de los patrones conductuales que rigen en el hogar y aprende imitando comportamientos, desde lo más básico (como subir a las camas o sillones), hasta conductas más complejas (como asumir conductas nerviosas o reactivas cuando nos encontramos con otro perro en la calle, imitando nuestra actitud angustiosa en esos escenarios).
Toma nota de algunos consejos que te ayudarán a ser un buen referente para tu perrito y que ayudarán a transformarte en una fuente de calma, seguridad y confianza para él:
Demás está decir que para profundizar más sobre éste y otros aspectos de la relación humano/perro debes asesorarte por profesionales de la educación y el adiestramiento canino, así como de la etología para asegurarte de hacerlo bien, con miras a construir una buena relación, en base al vínculo sano y al uso del refuerzo positivo, dejando fuera el castigo físico y emocional que tan mal ha hecho al perro y a su relación con los seres humanos.
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“El bienestar del perro está por sobre los objetivos de cualquier programa de adiestramiento”.